‘Ártico’ es un drama dirigido por Joe Penna que apenas hace concesiones al espectador. Es la supervivencia en estado puro sin adornos y con escrupulosa realidad que, no obstante, tiene una visión amable de la desesperación en el ser humano, ya que confía en su fortaleza sin ambages.
Penna, que es autor del guión con Ryan Morrison, sólo hace un gesto de bondad: un final feliz que surge de salvar al protagonista en ese desierto helado que es el Ártico. Desde luego, la cinta reposa en una complicada y absoluta presencia del actor Mads Mikkelsen, que prácticamente solo -a excepción de una moribunda que arrastra por las superficies heladas y cuya ‘no’ interpretación corresponde a Maria Thelma Smáradóttir- asume el peso y la imagen de la realización.
Penna se deleita en la fotografía de ese paisaje gélido, cuya firma corresponde a Tómas Örn Tómasson, y hace de ella y de la música de Joseph Trapanese un escenario único por el que transcurre la tragedia de un hombre perdido en el hielo y con escasa perspectiva de salir bien parado.
‘Ártico’ no concibe atajo alguno en ese monólogo del hombre contra la adversidad, quizás por ello no se parece a otras producciones de este tipo, donde sus realizadores intentan decorar una dramaturgia que -de facto- no puede ser decorada, y ese es el acierto fundamental de Penna: dar imagen a la crudeza de sobrevivir.
Mikkelsen piloto perdido, de generosa solidaridad ante la muerte, realiza un impresionante trabajo frente a la cámara de la que no se puede escapar porque, quitando el paisaje, es la única opción narrativa.
En definitiva, ‘Ártico’ muestra a un director seguro, fortalecido por el recurso actoral y la belleza de un mundo que linda con la muerte; una cinta que ahora se estrena en nuestro país.