“Si algo ha dejado poso en estos dos meses largos de confinamiento ha sido el auge de la creatividad virtual. Han sido muchos los artistas que han compartido sus ‘dones’ de forma altruista (y gratuita) a través de las redes y numeroso el público que lo ha recibido encantado. Sin embargo, llega la desescalada y la progresiva reincorporación a la actividad y el sector cultural se topa con una nueva y dolorosa realidad: ¿Hay vida (y trabajo) después de la pandemia?”.
Para comprobarlo y tomar el pulso al sector cultural, la Universidad de Málaga (UMA), dentro de la iniciativa ‘Buscábamos las soluciones y #noscambiaronlosproblemas’ ha citado a cuatro representantes del mundo de la cultura: el actor y productor Antonio Banderas; el barítono Carlos Álvarez, el escritor Antonio Soler –-os tres, honoris causa por la UMA- y el director artístico del Museo Picasso Málaga (MPM), José Lebrero. Todos ellos han participado en una conferencia virtual moderada por la periodista María Eugenia Merelo, del Diario Sur, medio que ha colaborado con este proyecto.
Del interés que suscitaba este encuentro da buena cuenta el número de inscritos: 689, y la media de participantes simultáneos durante la jornada: 350. Muchos de ellos han interrogado a los ponentes acerca de su visión sobre distintos aspectos del futuro que se abre en estos días, como el grado de afección de la crisis en los distintos subsectores culturales, las normas para volver a la normalidad o la exploración de los mecanismos de supervivencia económica de las instituciones culturales.
Para un “optimista patológico”, como se ha definido Banderas, es importante nutrirse de todo lo que nos está pasando y buscar soluciones a las nuevas necesidades de seguridad, aforo, distancias… Y eso que su gran apuesta vital, el teatro, es uno de los que más va a sufrir la crisis sanitaria. Al igual que los escenarios de Carlos Álvarez, para quien “la creación quizá no se haya visto muy afectada, pero sí los canales de distribución y los espacios expositivos”. Lebreros, en ese sentido, ha mandado esperanzas a los tres, dado que el Museo Picasso ha vuelto a abrir “y os puedo asegurar que hace un mes no lo veíamos”. Soler, por su parte, ha aludido a su “pesimismo natural” para recordar que a los efectos de esta pandemia hay que sumarle las consecuencias de la crisis de 2008.
Regreso a la cultura
No obstante, instalándonos ya en la ‘nueva normalidad’, “da igual que se quiera disfrutar de un cuadro o ver una película o una representación: es emocionante ver el deseo que hay en la gente por disfrutar de la cultura” comentaba Lebrero, para quien la vida no se entiende sin ella. Al igual que Banderas, que ha afirmado que “mi vida no tendría sentido sin música, le faltaría sal”.
Todos han coincidido en señalar “la confusión” como uno de los hándicaps con los que se encuentran los gestores culturales para afrontar los efectos de la pandemia. Porque la crisis no ha afectado por igual a todos los sectores. El teatro o la ópera “necesitan tener muchas personas encerradas en un lugar para disfrutar de una obra. Una compañía baila y suda durante muchos minutos y esto es complejo de pensar ahora mismo. Ahora si estás sentado en un teatro y alguien te tose detrás, es una tragedia”, compartía Banderas. Y aunque “la relación que se establece entre el escenario y el público es individual” (Álvarez), “se hace necesario ofrecer nuevas propuestas atractivas para que el público quiera volver a las butacas y no tener que quedarse en casa”, pegado a la pantalla con posibilidad de consumir gratuitamente las propuestas culturales.
El escritor, sin embargo, siempre está solo. No tiene público cuando actúa o cuando escribe. Tal y como aportaba Soler, “a la actividad literaria aparentemente no le afecta esta situación; sin embargo, la concentración del escritor no es la misma. Hay interferencias que no te dejan trabajar con normalidad, hay cierta sensación de que alguien está arañando el cristal”. Por no hablar de la suspensión de las ferias o de las conferencias.
El caso de los museos es distinto, ya que los visitantes no están quietos y deambulan por las salas, pero, según Lebreros, “esos espacios tenemos que saber administrarlos para que sigan siendo salas válidas para disfrutar del Arte”.
Preguntados por las vocaciones de los jóvenes para dedicarse a alguna de sus parcelas, han asegurado que la situación actual “no es fácil”. Álvarez ha recordado que “se nos obliga a tener un éxito inmediato y estamos sometidos a la opinión de los demás”, mientras que Soler ha aludido a todo el proceso por el que pasa un libro desde que sale de la cabeza del autor hasta llegar a la librería y Banderas ha recordado con humor la tan traída y llevada Ley de Mecenazgo, “que siempre está sobre la mesa de todos los gobiernos pero nadie le pone el cascabel al gato”.
En cuanto a los consejos que darían a los jóvenes, viajar, leer y formarse han sido los tres elementos que han unificado criterios.
Y ya para concluir, haciendo una abstracción del pasado y del futuro, los intervinientes han recomendado “hacer cosas maravillosas” (Lebreros); “aprovechar la necesidad que tenemos los unos de los otros” (Banderas); “fuerza y generosidad, los dos puntales filosóficos del ‘santo-laico’ Espinoza” (Soler) y “aprovechar el músculo que ha conseguido en todo este tiempo el mundo de la cultura para echar un pulso a quien haga falta y que ese reconocimiento llegue a buen puerto” (Álvarez).