El diablo entre las piernas, belleza de los fantasmas de Ripstein

La última película del cineasta mexicano Arturo Ripstein, El diablo entre las piernas, no deja inherente al espectador más sensible. Sus fantasmas pueblan la escena: la búsqueda de la vida a pesar de que la vejez insista en instalarse en la casa; de la muerte jugando a través del espejo y de esa sexualidad que acompaña al ser humano a través de todos los tiempos.

La cinta, que ha llegado a la Sección Oficial del Festival de Málaga de Cine en Español con el Premio Retrospectiva de esta edición para su realizador debajo del brazo, se introduce en el ritmo narrativo del realismo (a veces mágico) con la contundencia que le permite el blanco y negro, y una exquisita fotografía de Alejandro Cantú, que se acompaña con un fondo musical de tango «arrastrado» que propone David Mansfield, lo que resulta toda una sorpresa plástica que se suma a la estética de la narración.

Protagonizada por Sylvia Pasquel, Alejandro Suárez y Greta Cervantes, El diablo entre las piernas es una particular historia de la vejez y su incómoda relación con el sexo; de la persecución del deseo, de la seducción, de los celos, de quienes solamente lo observan, contada con pasión y profundidad por Ripstein -responsable de filmes como La calle de la amargura (2015), Las razones del corazón (2012), Los héroes y el tiempo (2005), La virgen de la lujuria (2002), Así es la vida (2000), La perdición de los hombres (2000), El coronel no tiene quien le escriba (1999), El evangelio de las maravillas (1998), Profundo carmesí (1996), La reina de la noche (1994), Principio y fin (1993), La mujer del puerto (1991)-, y que muestra su indiscutible dominio del séptimo arte.

En el entramado de la metafísica que interroga sobre la realidad de la verdad o de la mentira, el realizador mexicano se mueve con soltura, acomodando la cámara y la escena a ese mundo bipolar que se refleja en los espejos reales y los imaginarios. «La película está permanentemente dando vueltas», explica el propio Ripstein. «La historia de una pareja que vive aislada pero entre las grietas de la casa se cuela un intruso: la cámara», subraya la guionista de la cinta, Paz Alicia Garciadiego.

En definitiva, uno de los trabajos más apetecibles que llegan este «complicado» año epidémico y enclaustrado año, avalado por la mano docta de Arturo Ripsten; una realización para degustar con sosiego.

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