El amor al teatro es, fundamentalmente, el amor la escena en vivo, y esta circunstancia marca el quehacer de todos aquellos que pasan el umbral del celuloide para retornar una historia de las «tablas» a la pantalla. Será por esto, o por la sensibilidad especial de Bernabé Rico para con las narraciones, que El inconveniente se hace apasionante como filme.
Desde el propio guión, co-escrito por el propio director con Juan Carlos Rubio, se presume el mimo con el que se escenifica una historia básicamente de personajes (como lo es la propia obra teatral -100 metros cuadrados- de la que parte), que se someten a las imprecisiones de una circunstancia que acontece en paralelo de sus propias vidas con una puesta en escena que tiene su propia fisonomía cinematográfica.
Una tragicomedia que cuenta en su haber con un elenco actoral meticuloso, preciso y de amplia trayectoria, que permite al espectador disfrutar de lo que le están contando en la pantalla gracias a la inestimable ayuda del trabajo fotográfico de Rita Noriega, y del velo envolvente de la música que gestiona Julio Awad.
El Inconveniente, ópera prima de Rico en la «gran pantalla», reúne a Kiti Mánver (que este lunes recibía la Biznaga Ciudad del Paraíso en el Festival de Málaga por su devenir actoral) con Juana Acosta, arropadas por Carlos Areces, José Sacristán, Daniel Grao, Daniel Muriel y Ana Fernández, todo un lujo de intérpretes de cine y del teatro español.
La simbiosis de las protagonistas con la historia (ya habían trabajado juntas en Una hora más en Canarias), permite que el «viaje» -que el texto insiste en la vulnerable humanidad de las personas- quede impreso en toda la narración.
Ver teatro en el cine, aunque tenga sus propios encuadres, suele resultar satisfactorio si el director permite que ambos se complementen, y que cada uno aporte las riquezas de su formato. El inconveniente es una de las películas actorales reseñables que sucederán en la hornada del año del Covid19, para agrado de los espectadores.