Intimista y onírica, atraviesa con el realismo de una cámara subjetiva -que acapara la brillante actuación de Mercedes Morán- por los espacios y quehaceres cotidianos de una familia de la clase media argentina. Quizás sea ese tono de ensoñación que se va apoderando de la cinta lo que rescate al espectador de unos inicios demasiado lineales y sin espacio escénico para respirar.
‘Familia sumergida’ es, en su estructura, un viaje al desencanto y al aburrimiento que produce la cotidianidad hogareña (de una familias que no padecen la agonía de la supervivencia económica a su lado), trastocada por el cercano fallecimiento de un familiar como punto de referencia y de ruptura.
Alché, que consiguió con su ópera prima cinematográfica el Premio Horizontes del Festival de Donosti, hace de Marcela (Mercedes Morán) el hilo conductor de una depresión personal que -en el fondo- no es más que la búsqueda íntima en una edad en que lo familiar fluye con su propio antojo y avasalla. Es el agotamiento de un matriarcado impuesto que recibe escaso ‘aire’ del exterior. Y es, fundamentalmente, la desazón que provocan los años de servicio impuestos a la mujer desde lo doméstico olvidándola como ser humano individual y exclusivo.
No obstante, por otro lado, la escritora y directora de esta cinta argentina da su propia ‘vuelta de tuerca’ al compás decadente de la narración a la mediación del metraje, introduciendo personajes casi mágicos que provocan en el escenario un cambio de rutina tanto para la acción como para la atención de un espectador que, en ese momento, se encuentra esperando respuestas.
Acompañada por la dirección musical de Luciano Azzigotti y la fotografía de Helene Louvart con los ambientes inestables que proporcionan, María Alché consigue un mundo onírico que rescata finalmente de la butaca y hace que la interlocución de la película se torne seductora. Desde luego, la audacia que se le señalaba a la realizadora otorgándole la calificación de Mejor Película Latinoamérica en 2018 desde el Kursaal está justificada; plantea un cine reflexivo y con gran carga de emocionalidad en momentos en que una acción desaforada o la comedia urbana llena las taquillas.