Inicialmente, las obsesiones de Anna (Nina Hoss) nos van a conducir por ese mundo de obsesiones que permite (tal vez exige) la música. Personajes atrincherados en una visión de las cosas que se mezclan poco con el entorno. Quizás pretendidamente obsesivos tanto por Weisse como por el propio guión de Daphne Charizani.
‘La audición’ (Das Vorspiel), no obstante, cuida los detalle escénicos ayudada por los compases sonoros de los ‘grandes maestros’ de la llamada música clásica y de un trabajo fotográfico que va y viene por los corredores del primer plano y del rutilante esquema del Dogma del 95 y los planos subjetivos que, con puntual precisión, aporta Judith Kaufmann.
Este drama alemán, marca los personajes trazados con anterioridad milenaria por las tragedia griega, con los riesgos y las fisuras de sus dioses y diosas, hasta conseguir que Edipo ponga fin a la trama con actitud envidiosa y (todo hay que decirlo) un poco sobreactuada.
El resultado es una película que no acaba de romper con la densidad que cargan todos los personajes, suministrándoles un pequeño espacio donde desarrollarse, lo que hace que la propia trama no se libere hasta el hecho trágico final que reorganiza todos los espacios y libera a los espectadores.
Desde luego, la Concha de Plata de Donosti a la Mejor Actriz para Nina Hoss (ax-aequo) es merecida, aunque solo fuese por la tensión que imprime a toda la cinta y el cariz de directora de orquesta que asume, si bien esto mismo es también un poco de lo que le sobra.
Esa la trama, finalmente, suma una ligera crítica social que hace de la tragedia familiar un análisis psicológico con matices de cierto clasicismo europeo en lo que al cine mismo se refiere.