La película chilena Piola, ópera prima de Luís Alejandro Pérez, llegó en la jornada del lunes a la Sección Oficial (SO) del Festival de Málaga Cine en Español; hace el semblante de una generación que se mueve en torno a la música hip hop en una barriada industrial (ambientada en Quilicura) del país andino, con una difícil adecuación social como corresponde al periodo de la adolescencia y a la propia realidad social que la envuelve.
Con Jim Jormusch y Paul Thoma Anderson como referentes cinematográficos, tal y como explicaba el propio Pérez en Málaga, Piola narra esta situación a través de dos personajes (Matin y Charly) y de su afición por el rap y de la difícil salida que la realidad les muestra, «mucho talento pero con pocas oportunidades para dedicarse a su vocación», subrayaba el director.
«Para mí, la adolescencia es fascinante, son personas que se encuentran en una cuerda que oscila entre la niñez y la madurez, en la que uno está todo el tiempo», añadía Ignacia Uribe, una de las actrices junto a Max Salgado, quien señalaba que sus trabajos consistieron, principalmente, en «construir la sensibilidad del personaje en su adolescencia, en un aparentemente homogéneo entorno en el que, sin embargo, también existen diferencias sociales».
Alejandro Pérez señaló los problemas que han tenido que enfrentar para la ejecución del filme «tuvimos todas las dificultades posibles: todo el equipo técnico se obtuvo mediante intercambio, se rodó durante nuestras vacaciones en unas condiciones extremas y no podíamos permitirnos salir del plan de rodaje»; en este sentido, uno de los productores, Rolando Santana, señalaba que a todo ello se le sumó la pandemia del Covid19, que ha impedido finalmente que la película pueda estrenarse en las pantallas chilenas.
Al igual que los personajes de la cinta -que no viven de la música que les apasiona-, la mayor parte del equipo no viene del cine, «esta película la hemos rodado en nuestro tiempo libre» matizaba Pérez.