Javier Cuenca
Fin de curso de parvulario. Apenas eso. Un escenario atropellado y un guión que incierto no sobresalía de una redacción de los listillos de Primaria. Espectáculo caduco y prepotente la ‘Gala de los Goya’; apenas crítica con la mismidad de su quehacer y terriblemente hortera, caminaba por el escenario.
Caspa por doquier y un presentador diletante que conjugaba chistes facilongos mientras su profesión -presumiblemente de actor- batalla en la miseria de una supervivencia contra la que ha apostado este Estado de gualtrapas para la Cultura; tan de echarse -ellos- las manos a la pistola cuando se ocupan de maltratarla.
Un atisbo de solidaridad en los retazos dulces e inteligentes de Silvia Pérez Cruz -señalando la maldad de lo detenido y acaparado por el sistema- y en el saber de Barroso frente a los representantes de los miserables: no han dado nada con sus impuestos culturales este puñetero país al cine, éste último ha reportado al Estado más de lo reclamado sin línea de intercambio ni valoración suficientes.
Llorones y parsimoniosos; intelectualmente vagos e insufriblemente jactanciosos, los batuta del cotarrro cinematográfico en estos premios autocondecorados exhibieron caja, se jaztaron del éxito circunstancial, y olvidaron una realidad que deberían tener siempre en considerando. Esta país camina hacia una pobreza intelectual que imponen leyes moralistas y terriblemente arbitrarias -en lo que a la Libertad de Expresión se refiere y que, de alguna medida, debería preocuparles-; se estructura bajo la maldad de un mercado que deja a la inmensa mayoría en tierra baldía y apunta por la promiscuidad indecente de los más reaccionarios.
No, no pueden quienes tienen escaparate de credibilidad pasar por alto estas desgracias ni las oportunidades para denunciarlo.
Esta promiscua gala de la exaltación nada tiene que ver con la realidad; que se lo digan, por otra parte, a los que intentan hilo de supervivencia en ese trabajo.
Malos tiempos para la lírica y de todo lo que tiene que ser reivindicado.
Oportunidad perdida; síndrome de fracaso.
2017-02-05