So Ling, My Son Javier Cuenca, Oxigenarte

‘So Ling, My Son’, de Xiaoshuai, todo un disfrute actoral

So Ling, My Son Javier Cuenca, OxigenarteJavier Cuenca

‘So Ling, My Son’ (título original Di jiu tian chang) es un melodrama clásico inserto en el cine de Wang Xiaoshuai, con un desarrollo actoral que puede presumir de ‘privilegiado’ tanto por sus propios actores y actrices como por el trabajo realizado con ellos -no es baladí que el Festival de Berlín de 2019 le haya otorgado los premios al Mejor Actor y Mejor Actriz- y que disfruta, además, del montaje estratégico y creativo de Lee Chatametikool.

La marcada insistencia de un hecho trágico en la vida de las personas, que abunda en tener desconsideración hacia el olvido con su insistente presencia y que ensambla narrativa y personajes, permite a Xiaoshuai también volver a su sistemática crítica política a los últimos cuarenta años del devenir chino como país.

En este caso, la imposición de la política del ‘hijo único’ -vigente desde 1979 y que tuvo su principal incidencia en los ochenta- le sirve para dibujar la ‘maldad’ del sistema heredado de las doctrinas maoístas, aunque lo haga sin profundizar socialmente en dicho análisis. Sencillamente, utiliza esta crítica negativa para marcar más la tragedia que está contando en lo personal y que transcurre paralela, aunque se desdibuje el interés del contexto, limitándose a mostrar el dedo acusador sin explicar las razones de la existencia de la ‘maldad’ que apunta ni como fue generada.

Melodramático y un tanto lacrimal -límites que gusta transitar a Xiaoshuai- se regodea en la tragedia que, eso sí, permite una verdadera exhibición de los actores, y que se ampara en la receptividad que las pantallas occidentales tienen a lo que desfavorezca la imagen de lo acontecido el último siglo en el territorio del gigante asiático.

‘So Ling, My Son’ es, definitivamente, un melodrama contado con tempo oriental a través de su dilatado metraje (175 minutos) que, asimismo, permiten disfrutar de la tremenda ternura de sus personajes gracias a la serenidad de la realización que subyace en la cinta. Xiaoshuai atrapa lentamente con el apoyo de los flashbacks que fecundan la tristeza de datos y que se acomoda en la pantalla.

Es la narración de una historia que salta en pedazos y no tiene más sujeción que soportar los envites de la vida aunque sea con displicencia y ese acomodo oriental a las circunstancias, pero que sabe de lo inexorable de la herida que ha marcado para siempre su devenir. La fotografía (especialmente sus primeros planos) de Kim Hyun-seok y la música de Dong Yingda, envuelven el cuerpo definitivo del relato.

Ese concepto de lo trágico, acompañado especialmente por la actuación de Lila Ai y Du Jiang, dan lugar a una película que va camino del Kursaal donostiarra con muchas expectativas.

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