El director David Trueba utiliza la gran pantalla cinematográfica para hacer un nuevo relato de la inmigración, de los muros fronterizos (en este caso la valla de Melilla), del conflicto de intereses que genera la necesidad de salir de la pobreza que han inoculado las economías de los países «pudientes» sobre los «menos pudientes», que fueron colonizados y esquilmados por los primeros.
A este lado del mundo entra dentro del círculo de las películas «fronterizas», que tanto del estudio de la miseria, la violencia y el cinismo gubernamental han dado para la historia del celuloide. Como acostumbra este realizador, responsable también del guión, su narración está plagada de metáforas sobre una situación internacional que se solventa en el día a día con improvisaciones, «lo único que hacemos es poner parches que no llevan absolutamente a nada» señala el propio Trueba.
El director, aunque indice en la situación de la ciudad autónoma melillense y su mantenido conflicto en la polémica valla de «las concertinas» y todo el mundo que las rodea, hace un relato universal e intemporal de la brutalidad social que suponen estas condiciones para una parte de la humanidad: «se nos olvida que cuando visitamos la Gran Muralla de China o el Muro de Berlín son restos de la estupidez humana. Y encima se nos olvida que seguimos cometiendo las mismas estupideces», comentaba en un encuentro mediático en el Festival de Málaga donde participa en su Sección Oficial.
Lo atractivo de la nueva cinta de Trueba es el punto de vista desde el que parte, que no es otro que el del «ciudadano medio» que desconoce la realidad pero que tiene de ella las distintas versiones interesadas de los profesionales de la política y de sus medios de comunicación, que les hacen desinteresarse en la mayoría de los casos por el problema.
Vito Sanz y Anna Alarcón encabezan el reparto en el que también se encuentran Ondina Maldonado, Joaquín Notario, Janfri Topera, Zidane Barry. La fotografía va de la mano de Julio César Tortuero, y la música -tan importante en todo el trabajo fílmico de Trueba- ha sido orquestada por Tali Rubinstein, Layth Sidiq y Javier Limón.
Vito Sanz, de apariencia ingenua, interpreta a un joven ingeniero recién despedido de su trabajo. Ante esta situación decide aceptar un encargo de su antiguo jefe para viajar hasta Melilla, donde conoce a Nagore -Anna Alarcón- una guardia civil que se encargará de guiarlo por un terreno desconocido y complejo hasta involucrarse en uno de los principales temas que preocupan a nivel internacional, la inmigración.